La tierra tiembla (Luchino Visconti, 1948) |
1 Los sobres y
la cifra de 22 millones de € es algo anecdótico. Baste recordar que el robo-fraude fiscal al año por parte de las
grandes empresas con beneficios multimillonarios equivale al 72% de 90.000 millones
de €. El 72% de 90.000 millones de € al año, sí, han leído bien. Y esta cifra,
nada despreciable, sigue siendo anecdótica e insignificante si tenemos en cuenta
cuánto puede robar al año esa minoría oligárquica mediante triquiñuelas y
trapicheos, muchos de ellos legales como
el caso de las SICAV.
2 No hay
corruptos sin corruptores. Dicho de otra manera: detrás de cada político
corrupto hay una empresa, un banco y, en definitiva, un negocio privado que se
lucra. Aún más sencillo: el político corrupto es el capataz de la cuadrilla, el
manijero, pero no el verdadero dueño ni del cortijo ni de la haza (la
oligarquía financiera). Identificar el papel pesebrero del político corrupto es un paso pero quedarse ahí y no
ir al fondo de la cuestión es un error que puede costar muy caro.
3 La corrupción
es algo consustancial y congénito a la forma de organizar el poder (no solo el
político) en el capitalismo. Un sistema basado en la lógica del máximo
beneficio pudrirá de manera inevitable todos y cada uno de los rincones de la
sociedad: la Operación Puerto y el dopaje en el deporte también es corrupción; ampararte
en la corrupción de ciertos políticos para justificar la tuya, aunque sea más
pequeña, también es corrupción; pisar al de al lado para ascender en el trabajo
o en la universidad también es corrupción; pelearte por la herencia de un familiar
fallecido cual ave de rapiña también es corrupción; etc. Mientras haya
capitalismo habrá corrupción, por lo tanto para acabar con la corrupción debemos
acabar con el capitalismo. No se trata (solo, o de manera más importante) de un
problema de honestidad.
4 El conjunto de
instituciones políticas forma parte de la superestructura
que la clase dominante utiliza para presentar sus intereses como los intereses
de la mayoría. El poder político es, a fin de cuentas, el poder organizado de
la clase dominante para estafar y someter a las clases dominadas. Esto quiere
decir que estas instituciones, tal que así, son uno de los embriones de la
corrupción, por lo tanto, de lo que se trata es de transformarlas para ponerlas
al servicio del pueblo, sometiéndolas a una lógica distinta –y contraria- a la
del máximo beneficio de unos pocos sobre la miseria de muchos.
5 Estos últimos
casos de corrupción (Botsuana, Amy Martin, Bárcenas…) ponen de relieve la
decrepitud de un régimen sin legitimidad (cuando no hay consentimiento aparece el verdadero carácter represor del Estado,
ahí están los últimos imputados por el 14N) y con sus cimientos más
cuestionados que nunca: el bipartidismo como expresión de la de “democracia
representativa”, la monarquía del “todo atado y bien atado”, la sacrosanta
Constitución y la reforma del artículo 135 para pagar antes a los bancos
privados que la educación, la unidad de España como destino universal también
para la burguesía catalana y vasca, un poder judicial cuyas leyes, como las
telarañas, sólo atrapan a los pequeños, etc.
6 Que el régimen
se cae es evidente (esto no implica que lo que venga sea mejor, todo depende de
la correlación de fuerzas) y ellos lo saben mejor que nadie, por eso aprovechan
sus propios casos de corrupción para alimentar el peligroso mensaje de la “antipolítica”.
El “todos son unos corruptos” primero consigue que la indignación quede en agua
de borrajas y no se transforme en Alternativa (para qué si al final todos van a lo mismo) y segundo allana el
terreno para un Golpe de Estado que ayer sería militar (como en el 36) y mañana
será tecnócrata. La corrupción italiana engendró al monstruo de Berlusconi.
7 Sólo
entendiendo la posibilidad de un golpe tecnócrata y un gobierno de
concentración entre las fuerzas del régimen se puede entender el papel de los
medios de comunicación. Éstos son empresas privadas dependientes de los
intereses políticos e ideológicos de la oligarquía financiera y, por ende, de
sus representantes políticos encabezados por el bipartidismo. Tras décadas
callando casos de corrupción y escándalos de todo tipo, me resulta difícil
creer que justo ahora, en un contexto potencialmente pre-revolucionario, les
haya dado un ataque de deontología periodística.
8 Estamos en un
período crucial de nuestra historia en el que la oligarquía está empezando a
reconfigurar las piezas del tablero a su favor, iniciando su propio proceso deconstituyente, incumpliendo su propia
legalidad y cercenando su propio marco político-institucional. En otras
palabras: al capitalismo le queda grande su propia ‘democracia burguesa’.
9 Quienes
quieren cambiar el estado actual de cosas no deben (siempre en mi opinión) dejarse
seducir por los mil y uno Frentes Populares
que se están proponiendo en todos los lugares. Lo que deben hacer es elaborar
un programa mínimo de manera colectiva junto a todas las organizaciones,
sindicatos, movimientos sociales y personas a título individual que pretendan
superar el sistema, enmarcado en un marco estratégico de acción a medio plazo. Esto
es incompatible con sopas de siglas o pactos por arriba. Es importante entender
que para un Proceso Constituyente (“o
algo parecido”) no sólo deben venir los que se fueron sino que deben venir más
de los que estamos.
10 Las ideas
dominantes son las ideas de la clase dominante. Esta clase, mediante la
superestructura anteriormente citada, consigue imponer su visión del mundo, su
filosofía, su moral, su sentido común.
Esto quiere decir que siempre habrá una parte de los dominados que ayer
defendían que la crisis es culpa de la
izquierda y hoy que Rajoy no tiene nada que ver con el caso Bárcenas. Es
importante asumir esto porque pretender ser el 99% es caer en la
desmoralización y en el inmovilismo, sin que esto signifique renunciar a ser
mayoría, máxime en un contexto de “crisis nacional” en el que los de abajo
están empezando a hablar de política por primera vez abriendo así un nuevo
marco político inédito hasta hace poco.
Bah!, una minurria comparado con los miles de millones robados en el caso de los ere (PSOE e IU).
ResponderEliminarDos apreciaciones:
ResponderEliminarPrimero, me gustaría saber las fuentes de los datos que citas en el artículo, como que el fraude fiscal en España es de 90.000 millones de euros, siendo el 72% de éste de grandes empresas.
Y segundo, en el hipotético caso de que Rajoy dimitiera, qué sería mejor para la izquierda anticapitalista: ¿Unas elecciones (sabiendo que, según el último barómetro del CIS da la mayoría absoluta a PP-PSOE, y, aún después de destaparse los últimos datos de corrupción, esto podría dar lugar a una subida considerable de UPyD), o que colocasen a un tecnócrata (o gobierno de tecnócratas), y que éstos no fueran aceptados por el pueblo español, produciéndose así (o pudiéndose producir) una verdadera ruptura con el régimen?, ¿ve usted alguna fuerza de izquierdas capaz de reconducir el país (me refiero en esencia a partidos de izquierda como IU, a si realmente la ve preparada para gobernar y hacer una clara política antcapitalista que rompa con el régimen)?