miércoles, 14 de abril de 2010

A 79 años de la proclamación de la Segunda República

Infiel a mi costumbre, prometo no enrollarme mucho; esta es una lucha distinta en la que todos y cada uno de nosotros debemos hacer ruido para manifestar nuestra repulsa hacia la Monarquía, la constitución, la Casa Real y sus muertos. Tan sólo es una pequeña mención ante tal acontecimiento, que por supuesto, no podía faltar aquí.

Como bien sabrán mis fieles y peculiares lectores, el 14 de abril se proclamó la Segunda República. Ese hecho significó y simbolizó un atisbo de libertad y un brote esperanzador dentro de la sociedad española -salvo en las clases más altas-, putrefacta por tanta miseria, hambre, represión, falta de libertad, etc. y subyugada bajo la bandera de la Monarquía, enarbolada por los poderosos que sí tenían que perder con la República.

La República trajo consigo avances sociales como el derecho a voto de la mujer, reformas agrarias o un patente laicismo. Modestos en la mayoría de los aspectos pero avances. Consciente de la situación, la derecha más reaccionaria se unificó (CEDA) y volvió al poder para orquestar lo que se conoce como Bienio Negro (desde 1933 hasta 1936), que dio pasos atrás cual cangrejo en lo que respecta a las leyes sociales aplicadas en el primer período de la República.

En 1936, la coalición de partidos Frente Popular ganó las elecciones y se convirtió en el timonel más esperanzador que tuvo la República en su corta vida. La derecha tembló como nunca en España, se mantuvo fiel a sus costumbres e hizo lo que mejor sabe hacer: levantarse en armas contra la legalidad vigente y la democracia. El golpe de Estado del 18 de julio de 1936, desembocó en una trágica Guerra Civil, que acabaron ganando los fascistas españoles con la ayuda del nazismo alemán y el fascismo italiano. Y por supuesto, con la "no intervención" de los "Aliados"; esas naciones que se autodenominan democráticas. También ayudó la división en la izquierda revolucionaria, la falta de madurez del PCE como Partido del proletariado y las aventuras anarquistas y trotskistas. Pero eso es otro cantar, digno de un estudio y un análisis marxista, cosa que no haré en este momento.

La guerra fascista tenía un propósito contrario al de la República y trajo consigo muerte, miseria, hambre, desolación, destrucción y a un personaje con bigote que se erigió como Caudillo y dictó hasta su muerte. En vida, además de cometer atropellos y atrocidades contra todo lo relacionado con la democracia, educó y enseñó a Juan Carlos I, el que hoy ostenta el cargo de Jefe de Estado y tiene el derecho de delinquir impunemente. Por gracia de Dios y la Ley de sucesión, Juan Carlos I sigue en la poltrona, representando al franquismo que todavía acecha a las Españas.

Por eso y por inconmensurables motivos, nosotros nos representamos e izamos con gusto la bandera republicana, que representa todo lo contrario a la rojigualda, sus atropellos y sus borbones. Por eso y por inconmensurables motivos, nosotros seguiremos luchando por la Memoria Histórica, la democracia y la justicia. Por eso y por inconmensurables motivos, gritamos, sin vacilación de ninguna índole:

¡Viva la República Confederal y Socialista!


Y para finalizar, dejo aquí, tomados como míos, unos versos de mi compañero Aitor Cuervo:


Tricolores de Abril

¿Qué queda de la furia libertaria,
de la España que gritaba a viva voz
de José Díaz, Líster, Pasionaria,
de la roja marca del martillo y la hoz?

¿Qué queda de la huelga y la protesta
del sístole rojo y republicano
del pueblo como director de orquesta,
del tricolor país obrero y pagano?

¿Qué queda de aquel “a las barricadas”,
del color “morao“ de la bandera?
Nuestros puños en alto camaradas:
¿A qué esperamos pá la Tercera?
Tricolores de abril desempolvadas
que dan luz a la roja primavera.

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