martes, 28 de junio de 2016

Gomorra (2): de Maquiavelo a Gramsci


Ya escribí sobre la serie Gomorra, cuya primera temporada me fascinó. Tras la segunda temporada creo que podemos afirmar que es la mejor serie sobre «el poder», por encima de la aclamada hasta la extenuación Juego de tronos. Cuando se habla del poder automáticamente uno visualiza en su cabeza lo político, con sus personajes, liturgias e instituciones, cuando la política es (o puede ser) tan solo una expresión más del poder, prácticamente nunca la más importante. A esto han contribuido series como Borgen, un auténtico panfleto liberal (en el buen sentido), o House of cards, un cínico delirio en la misma dirección.

Gomorra nos brinda dos dimensiones distintas pero complementarias en relación con eso que entendemos como poder, inabarcable en una sola definición y diferente según la ciencia desde donde se mire.

No se puede entender ningún fenómeno económico-social, en este caso el de la droga, sin enmarcarlo dentro de un contexto determinado. Los datos están ahí para el que los quiera ver: si se paralizara el mercado de la droga (a gran escala), el sistema colapsaría. Los paraísos fiscales existen porque allí va el dinero de la droga, del tráfico de armas y de la trata de blancas. Esos grandes empresarios defraudadores tan solo son los listillos que se suman a la fiesta. Insisto, hay datos de sobra para el que los quiera ver. Siguiendo como The wire nos enseñó a seguir el rastro del dinero, vemos lo delgada que puede ser la línea que separa a un mafioso de un gran constructor de esos que crean muchos puestos de trabajo y mucha riqueza. Esto puede sonar ideológico, pero lo cierto es que el guion es diáfano: “Esto es capitalismo”, llega a decir literalmente Salvatore Conte a propósito de la organización de la banda. Pero quizás la frase más sugerente en relación a lo dicho al principio del párrafo la sentencia Don Pietro: “La demanda hace el mercado”, refiriéndose a que el negocio de la droga nunca dejaría de dar beneficios. Efectivamente, en el libre mercado la demanda se impone y por encima de ésta la maximización de los beneficios. Da igual de dónde venga el dinero, da igual a dónde vaya, eso queda fuera de la lógica que hace andar el motor. El poder, en este caso económico, no entiende de cuestiones morales. Esta es la primera lección de Gomorra.

Por otro lado, nos muestra el poder como una correlación de fuerzas representada por distintos personajes que a su vez representan a distintos grupos. Aquí entramos en la dimensión más entretenida de la serie, en ese escenario donde aparece las "estrategias maquiavélicas" y Sun Tzu. Entre la lucha a muerte de los dos principales líderes enfrentados hay un punto de inflexión: O’ Principe, la prueba inequívoca de que en la lucha por el poder no caben cuestiones morales ni momentos de debilidad. Si no te ajustas a la lógica, estás fuera. La famosa escena “power is power” de Cercei en Juego de tronos es la única manera de explicar esto sin hacer spoiler, aunque también podríamos recurrir a la ya famosa pregunta de Stalin a Laval: “¿Cuántas divisiones tiene el Papa?”. Power is power.

Pero el poder, según Gramsci, no es solo fuerza y coerción, sino también consentimiento, legitimidad. Si mandas y eres capaz de hacer coincidir tus intereses con los intereses generales (en este caso con los de las “plazas”), tienes hegemonía; si mandas únicamente a través de la fuerza, tienes dominación sin hegemonía, lo que más tarde o más temprano te costará la derrota. Los dos grandes líderes enfrentados, Ciro y Don Pietro, aun coincidiendo en lo básico tienen visiones y estrategias distintas. Ciro dice (y vuelvo a citar textualmente): “Yo creo que quien manda no debe olvidarse de una cosa: su poder está en manos de los que están por debajo de él”. Por el contrario, Don Pietro afirma: “La democracia no funciona, porque los perros se comen entre ellos si no hay bastón”. Bastante antes de tal sentencia, en una situación desfavorable, llegó a decir: “Aunque mandemos, no tenemos un verdadero poder”. Esta involución será determinante teniendo en cuenta que no gana quien tenga más fuerza (aunque sea un factor importante) sino quien sea capaz de atraerse consigo a una parte de los otros. Creo que esta premisa es válida para entender el maravilloso final.

Dijo Mao que “el poder nace de la boca del fusil”, pero tanto Mao como el anteriormente citado Stalin, ambos exitosos estrategas de guerra, olvidaron que a veces el poder no se mide en divisiones sino en el número de hombres y mujeres dispuestos a predicar tu palabra. Olvidaron, en definitiva, que una cosa es conquistar el poder y otra mantenerlo.

jueves, 2 de junio de 2016

Si eres de Unidos Podemos y quieres perder aquí tienes cinco breves consejos

La coalición Unidos Podemos compite contra sí misma, ya que el bloque dominante no es capaz de presentar nada nuevo. Partiendo de esto, la ilusión movilizadora de militantes y simpatizantes que sean capaces de llegar a gente hasta el momento ajena, será la clave. Por ello, si eres de Unidos Podemos y por algún motivo quieres que Unidos Podemos pierda las elecciones, basta con seguir estos cinco humildes -e irónicos- consejos. Si eres disciplinado y consigues que así se dieran los resultados, siempre puedes decir que tú ya te lo venías venir.

1. Luces cortas. Desecha cualquier estrategia a medio y largo plazo. Quédate en el cortoplacismo electoral y asume sus distintas e inevitables consecuencias. No existen los grandes proyectos, se acabaron las grandes narrativas, también en el ámbito de la política vive al día y no alces la vista mucho más allá; lo importante son las elecciones, pero sin enmarcar éstas en un proyecto estratégico mucho más amplio y sin tener en cuenta elementos infantiles como la crisis de régimen o la construcción de un bloque social hegemónico.

2. Prioridades. Las elecciones son importantes, pero sus triquiñuelas burocráticas, jurídicas o personales son aún más importantes. El objetivo no es la transformación social, o en caso de que lo fuera, debe quedar supeditado a, por ejemplo, las listas electorales. Si no es tu amigo o alguien con el mismo carné que tú el que, aun asumiendo un mismo programa, consigue un objetivo político compartido, no sirve de nada. Además, el hecho de que otro asuma lo que tú llevas diciendo mucho tiempo no es un éxito sino un fracaso, o algo mucho peor: un plagio de ese otro. No olvides que, en el fondo, no aspiras a construir una mayoría social con todas sus contradicciones sino a formar parte de una selecta élite con las ideas correctas. Consuélate con lo que dijo Godard: una minoría con las ideas correctas no es una minoría, aunque sea objetivamente tu «momentum».

3. Banderas. Dentro de los elementos importantes en un proceso electoral -algunos citados anteriormente- llevar la bandera más grande es uno de los requisitos imprescindibles. El objetivo no es que una mayoría social haga suyo tu programa y tus valores, sino tus símbolos. Lo importante no es el contenido, sino el continente. Quizá esto sea algo más propio de la posmodernidad -la pose, el plástico- que de la historia del movimiento obrero, pero cíñete a lo importante: la hegemonía se construye llevando más banderas que nadie aunque supuestamente te dirijas más allá de los ya convencidos, pero esto merece un comentario aparte. Llegados a este punto, es importante que te ofendas y hagas un paralelismo con la estrategia carrillista-posibilista de la Transición, aunque no tenga nada que ver una cosa con la otra, ni el contexto histórico. Si eres marxista, andaluz por ejemplo, olvida que tu objetivo no es ser ni la izquierda ni el cambio, sino Andalucía; déjale la bandera andaluza, de izquierdas como el andalucismo en su conjunto por cuestiones históricas, a los terratenientes.

4. Discurso. No hay ni crisis de régimen ni de hegemonía: los que mandan pueden mandar como antes y los dominados quieren ser dominados como antes. Las objetivas quizás sí, pero las condiciones subjetivas no existen para que una mayoría social con sensibilidad constituyente pero sin un arraigo ideológico sólido pueda erigirse en sujeto histórico-político. Dirígete a los ya convencidos, a los que no son unos borregos que, tontos ellos, no se identifican con tus símbolos. Da igual que objetivamente sean tus compañeros porque sufren las consecuencias de una crisis que no han provocado ellos, son unos desclasados que no merecen el respeto y el trabajo de una élite intelectual tan selecta como a la que perteneces. Como mucho dirígete a los votantes de izquierdas del PSOE.

5. Trabajo. Es importante que desde el inicio de la campaña –a ser posible desde la precampaña- intentes buscar el máximo número posible de errores y limitaciones, maximices los roces inherentes no solo a un proceso electoral sino a cualquier colectivo humano compuesto por gente que, aun asumiendo el núcleo del proyecto conjunto, son diferentes. Recuerda las prioridades. Si por azares de la vida no te avala la experiencia y no tienes demasiados resultados en tu mochila, cuestiónalo todo e incluso da lecciones desde la Atalaya a quienes se mojan y encima parecen acertar, aunque sean tus compañeros elegidos mayoritaria y democráticamente. Concretamente en lo electoral, nadie sabe más que tú; mucho menos los que estudian y se dedican a ello. 

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