martes, 13 de diciembre de 2011

Los que viven en la inopia, los de izquierdillas y los de izquierdas


 Dentro de la juventud llana, esta es la que no vive en una burbuja y es consciente porque no le queda más remedio de que esto no es el paraíso, hay tres tipos de personas: las que viven en la inopia, los de izquierdillas y los de izquierdas.

Los primeros son conscientes de que la vida está mu mala, de vez en cuando se quejan, incluso a veces lloriquean, pero son pragmáticos y se dedican a vivir. No se preocupan del origen de sus problemas, de por qué están en paro, de por qué sus padres se ven negros en pagarles el alquiler o de por qué cobran tan poco en un trabajo que además de ser temporal es una ruina.

Se suelen basar en la filosofía carpe diem, en vivir el momento, en no pensar en el futuro y básicamente en ese pensamiento tan egoísta y a la vez tan extendido como es el yo a lo mío y el que venga detrás que achuche. No se dan cuenta de que todos los problemas que sean sociales, es decir que afecten a alguien además de ellos, tienen una explicación política porque sus causas, y por tanto sus soluciones, son políticas. Se empeñan en creer, cuando no miran para otro lado, que su caso se trata de un caso individual, particular, aislado, y que por ello responde al azar caprichoso de una cruda realidad. Éstos suelen ver a los del tercer tipo (izquierdas) como pesados y amargados de la política que viven en los mundo de Yupi, que tienen muchos pájaros en la cabeza y aunque suelen ser gente bastante maja y además formada creen que pierden el tiempo porque son unos idealistas. Pero más allá de esa concepción equivocada que intentan utilizar como excusa para no hacerles caso, lo que mueve a esta gente que vive en la inopia, o mejor dicho lo que les impide moverse, es la flojera, la vaguedad.

Por ejemplo, uno de los primeros tiene un bar y se queja porque cada vez tiene menos clientes. Como el niño que tiene una venda y juega a las cucañas, se lía a pegar palos de ciego y se acuerda de la madre de unos y de otros, pero no pasa de ahí. Es entonces cuando uno de los terceros intenta explicarle que su problema es consecuencia de la crisis porque si los clientes no tienen dinero, no tienen crédito, no pueden consumir. Además sigue y asegura que por ello el Gobierno se equivoca con los recortes y los ajustes, pero el primero ya se harta y lo interrumpe porque al escuchar la palabra Gobierno ve venir un discurso político que no le interesa. Y no le interesa porque pensar es algo difícil, costoso, cansino, y él es un flojo mental. Prefiere seguir en la inopia, en la ignorancia, en la flema, que pararse y pensar, porque intuye que si piensa puede descubrir algo que le cueste el sueño. Esta es la moral del esclavo. Esclavo que prefiere besar la mano de su dueño a levantarse, porque levantarse le puede traer problemas. He ahí la clave del éxito de esa trampa llamada conformismo.

Basta con echar un vistazo a nuestro alrededor para darnos cuenta de cuáles son las consecuencias de la pasividad, el conformismo, la ignorancia y la flojera mental.

En segundo lugar tenemos a los de izquierdillas. Son críticos, de boquilla hipercríticos, pero a la hora de la verdad tutto fumo e niente arrosto. Tiran de simbología y lenguaje de izquierdas, suelen caer en el insulto fácil, para ellos todos los que discrepan son unos fachas. En realidad no tienen ninguna formación política y cuando alguien pone de relieve su ignorancia camuflada se excusan en que en realidad pasan de la política o se escudan en el dogmatismo más férreo. Suelen ver las noticias y decir amén a todas, ni siquiera se cuestionan que los medios de información como empresas que son, tengan intereses económicos y empresariales, y por tanto políticos. Para ellos, ser de izquierdas es criticar a voz en grito al PP. A la hora de leer, culturizarse o militar pasan, su lucha se limita al ordenador, en la calle nunca puesto que mojarse conlleva riesgos, además creen que pegar carteles es un coñazo y repartir octavillas algo inútil. Algunos, incluso, son de izquierdas dos horas al día, cuatro a la semana o sólo el tiempo que les conlleve votar cada cuatro años. De estos hay muchos y varios subtipos, pero los que más abundan son los que relativizan y convierten a la política en una religión.

Por ejemplo, hay gente de izquierdillas que es del PSOE lo mismo que otra es del Madrid o del Barça, es decir por tradición familiar, porque lo han mamado desde pequeños en sus casas. Cuando alguien de los terceros intenta debatir con ellos alegando que en el Congreso de Suresnes perdieron cualquier seña izquierdista o que en el Parlamento Europeo han votado conjuntamente con el PP el 70% de las leyes o tira de datos objetivos, los de izquierdillas contraatacan siempre de manera personal a quienes los critican, nunca a los hechos objetivos. Conscientes de su ignorancia, suelen intentar desviar el debate y la atención, normalmente acusan a los terceros de ser pocos o de fallos cometidos por éstos en el pasado, a pesar de que sean ínfimos e insignificantes en comparación con los suyos.

Basta con echar un vistazo a la calle o al movimiento anticapitalista en general para saber dónde están unos y otros o cuál es la aportación real de cada uno. Manifestaciones sí... si quien gobierna es el PP, si no a cenar izquierdismo.

Por último están los menos, los de izquierdas. Pero a éstos, para bien y para mal, hay que echarles de comer aparte.

1 comentario :

  1. Ha descrito a la perfección el panorama socio-politico con el que me encuentro a diario, sobre todo con aquellos que viven en la inopia. Es realmente frustante cuando das un discurso político y se te quedan mirando con cara de poker o te sueltan el tipico " paso de la politica....", pero no me doy por vencido. Si no somos nosotros los que activen sesos de masas...¿Quién lo hará?

    ResponderEliminar

Comentar

Estoy en Twitter

Archivo