No es fácil, pero a veces pasa.
Te sientas, enciendes la tele y asistes indiferente al recital, hasta que de
repente algo capta tu atención. “El caso Pujol no afectará al proceso [independentista]
porque nosotros queremos la independencia para evitar casos como este”, afirmó Carme
Forcadell, Presidenta de la Asamblea de Catalunya. Sin despeinarse resumió el
eje central de la estrategia independentista, hoy hegemónica, que encabeza la
burguesía catalana: “España: culpable”. Sobre este análisis de origen se
levantan el resto de iniciativas y discursos. Podríamos resumirlo así: “España
es un lastre para el progreso de Cataluña. Cataluña debe conquistar la
independencia para conquistar así su soberanía y poder competir de tú a tú,
como Estado independiente, en la Unión Europea”.
Es una estrategia bien montada
(en política si no construyes un enemigo
no te comes un rosco), pero hay un
pequeño problema: España como tal no existe. Esto merece una explicación.
España, como país independiente y soberano que se dota de unos mecanismos para
regir la vida de sus conciudadanos y de sus distintos pueblos de manera lo más
armónica posible, no existe. Dicho aún más claro: el proyecto europeo ha
acabado por convertir a España en una colonia al servicio de Alemania y EE.UU. Hoy,
hasta el más acérrimo votante del PP, reconocerá sin sonrojo que la Merkel
manda más que Rajoy. Lo advirtieron algunos hace ya unos años de manera casi
profética: el Tratado de Maastricht es incompatible con la democracia y la
soberanía de España, que se verá obligada a desmantelar su tejido productivo a
cambio de poner la mano para recibir alguna subvención. Luego vinieron las reconversiones
industriales y las reformas constitucionales para decir que lo más importante
en esta vida es pagar los intereses a los bancos alemanes, por encima de
nuestra educación o nuestra sanidad.
Entonces, si esta Unión Europea
alemana está dividida en dos (con Francia siempre como empalme), y hay una
parte (la del sur) de países que están siendo esclavizados con la deuda,
podríamos plantear al menos dos preguntas interesantes: ¿Qué soberanía tendría
un país pequeño como Cataluña, al sur, en esta UE? ¿El enemigo es España así en
abstracto o, al menos en principio, el actual modelo europeo con la oligarquía alemana
a la cabeza?
Qué casualidad, quienes encabezan
el proceso independentista estuvieron y están de acuerdo con el modelo europeo
(y el sistema euro, que diría
Monereo) y siempre han estado de acuerdo con las políticas aplicadas en Madrid;
no por casualidad tanto González como Aznar fueron presidentes gracias al apoyo
de CiU. Más allá de lo obvio, cabría preguntarnos y preguntarles a quienes
aspiran a superar el régimen del 78 algo importante: ¿es estratégicamente positivo
tanto para la clase trabajadora catalana como para la del Estado español en su
conjunto, ir detrás de la burguesía catalana al son que marque Artur Mas?
PD: A Carmen Forcadell podríamos
decirle que la corrupción es consustancial al sistema capitalista en general y
al régimen del 78 en particular. Y no hay visos de que CiU/ERC aspiran a
superar el sistema capitalista, ni siquiera a hacer algo distinto del régimen
al que ellos tan gustosamente siempre han pertenecido.
PD2: Creo que es más correcto
hablar de proyecto independentista, en vez de soberanista, ya que la economía
siempre será la clave. ¿Qué capacidad para decidir sobre las pensiones, la educación,
el precio del cava o el Banco Central Europeo tendría una Cataluña
independiente?
PD3: Siempre está bien recordar
que un trabajador andaluz tiene más en común con un trabajador catalán que con
un señorico andaluz. Más allá de
oportunismos y berrinches, los señoricos madrileños, vascos y catalanes, siempre han
tenido claro que les unen más cosas de las que los separan. Ahí está la
Historia de España.
PD4:
El PSUC -Viu, consecuente con la que ha sido su trayectoria, vuelve a
llamar al pueblo de Cataluña, en primer lugar a los trabajadores y a
todos los sectores populares especialmente golpeados por la crisis, a
que unan la lucha contra ésta, por los derechos sociales, con la lucha
por las libertades nacionales de Cataluña; entendiendo que son las dos
vertientes de un mismo combate, que no habrá libertad nacional para
Cataluña si no es con justicia social. (Resolución del PSUC-Viu sobre el once de septiembre, 09 sept 2013)
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