Rafael Chirbes, que fue descrito por Gregorio Morán como uno de esos pocos escritores que no participan
del chalaneo de las editoriales y sus autopremios, escribió una novela en 2007 que
tituló Crematorio. Sánchez-Cabezudo
la adaptó a la televisión de la mano de Canal+ cuatro años más tarde, ya que
hasta aquellos entonces hablar de corrupción era cosa trasnochados en contra
del progreso. Sin duda podemos considerarla como una de las mejores series
españolas de la historia, por su calidad e incluso por su buena acogida. En Todavía voy por la primera temporada de
Edu Galán se analizan las series españolas y se llega a una conclusión obvia:
es la única que trata la corrupción. Supongo que no habrá suficiente material historiográfico
o de actualidad como para darle un par de vueltas al asunto.
En cualquier caso, la grandeza de
Crematorio no reside en ser la única sino
en representar mejor que nadie eso que Manolo
Monereo denomina «la trama»: la alianza entre el poder económico
y el poder político que hace posible que manden los que no se presentan a las
elecciones. Hay un diálogo digno de ser proyectado en todas las Facultades de
Políticas y Economía (que ambas materias se estudien en facultades distintas
fue un logro ideológico del neoliberalismo). En él, el protagonista principal Rubén
Bertomeu (magistralmente interpretado por Pepe Sancho), todopoderoso
constructor, conversa con un asesor del concejal de urbanismo. Antes de nombrarlo concejal de urbanismo, dice de
manera literal, lo siguiente: «No podemos depender de las urnas, hay
que estar por encima de eso. Hay que permanecer venga quien venga».
Nada nuevo. Hace un siglo Lenin dijo que la concentración de la
producción, la consiguiente monopolización y la fusión entre la industria y la
banca daría lugar al capital financiero, que acabaría controlando no solo el
Gobierno sino el Estado. De esta lógica nacen los matrimonios entre el poder
económico y los políticos. La luna de miel son los puestos en los consejos de
administración de bancos y grandes empresas. Una manera vergonzante de premiar
al servidor público por hacerle las
faenas de aliño al poder económico (privado): Endesa, Gas Natural, Abengoa,
Repsol, Iberdrola, Telefónica, Banco de Santander… Las puertas giratorias forman
parte de la relación de un sistema, de un conjunto de redes interconectadas y
dependientes entre sí. Cuando el joven juez de En nombre de la ley de Pietro Germi (1949) llega a Capodarso
para luchar contra la mafia, se da cuenta de que la mafia no es solo un grupo
de pistoleros, sino un entramado del que forma parte mucha gente, en este caso,
una parte importante del propio pueblo, que no dispara pero consiente.
La corrupción no es solo una “degeneración” o una “mala deriva” de personajes sin escrúpulos, también es la gasolina que hace que el sistema no se pare. El neoliberalismo en general y la Unión Europea en particular se cargaron cualquier posibilidad de democratizar la economía, es decir, de orientarla hacia el cumplimiento de los derechos humanos y los servicios sociales más básicos. La llamada globalización barrió los Estados (salvo el alemán), es decir lo público y la política. Lo denunció Julio Anguita en los noventa cuando Tietmeyer, presidente del Bundesbank entre 1993 y 1999, dijo literalmente lo siguiente: «Los políticos deben acostumbrarse a que sus decisiones vienen predeterminadas por las leyes del mercado». Si a esto le sumamos la particularidad berlangiana del capitalismo de señoritos que cierran negocios entre cacerías y timbas de póker y una clase política especialmente predispuesta a poner la mano, tenemos el esperpento.
Las tarjetas black o los
aeropuertos sin aviones (entre una infinidad de corruptelas) son especialmente
llamativas por lo dantesco, pero quizá lo más importante sea enmarcar cada triquiñuela
concreta en un sistema de corrupción mucho más amplio: «la trama»
como alianza entre el poder económico y el poder político. El hecho de que el
que robe sea político debería ser un agravante para, al menos, doblar la
condena. Si además se trata de un político que dice defender los valores de la
izquierda en sentido amplio, tendría que ser tratado como los delatores que en
el franquismo traicionaban a sus compañeros por migajas. Dicho esto, si solo
criminalizamos a los corruptos y nos olvidamos de los corruptores y del propio
sistema, cuya dinámica conlleva de manera consustancial la corrupción, nos
equivocaremos. Un régimen político-institucional (superestructura) está
determinado en buena medida por el sistema económico (infraestructura); si
únicamente cambiamos de actores y no de escenario nos pasará como en Italia: la
corrupción de la tangentopoli que
acarreó todo un “cambio de régimen” trajo a Berlusconi. Tendremos que estar
atentos y leer En la orilla de Rafael
Chirbes (Anagrama, 2013), un «comunista
a lo Cervantes» como él mismo se define, al que leen más en Alemania que
aquí.
P.S.: En el escándalo de las tarjetas black también había gente de IU y CCOO. Para evitar bochornos indescriptibles de este tipo tenemos que tener al menos una cosa clara, de entre tantas. Si un partido no tiene una organización fuerte y sólida, cuya base sea la militancia, se agararrá simplemente por inercia a lo que tiene: normalmente una red de cargos institucionales. Si esto ocurre se puede llegar a un proceso paulatino de institucionalización. Y el sustento de la institucionalidad es la corrupción y, en última instancia, la cooptación.
P.S.: En el escándalo de las tarjetas black también había gente de IU y CCOO. Para evitar bochornos indescriptibles de este tipo tenemos que tener al menos una cosa clara, de entre tantas. Si un partido no tiene una organización fuerte y sólida, cuya base sea la militancia, se agararrá simplemente por inercia a lo que tiene: normalmente una red de cargos institucionales. Si esto ocurre se puede llegar a un proceso paulatino de institucionalización. Y el sustento de la institucionalidad es la corrupción y, en última instancia, la cooptación.
Si in Spania aveti coruptie ?
ResponderEliminarFranco admitea coruptii si coruptia in Spania ?
Sa va intoarceti in Spania defunctului dar gloriosului gl Franco si scapati de coruptie.
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