jueves, 2 de junio de 2016

Si eres de Unidos Podemos y quieres perder aquí tienes cinco breves consejos

La coalición Unidos Podemos compite contra sí misma, ya que el bloque dominante no es capaz de presentar nada nuevo. Partiendo de esto, la ilusión movilizadora de militantes y simpatizantes que sean capaces de llegar a gente hasta el momento ajena, será la clave. Por ello, si eres de Unidos Podemos y por algún motivo quieres que Unidos Podemos pierda las elecciones, basta con seguir estos cinco humildes -e irónicos- consejos. Si eres disciplinado y consigues que así se dieran los resultados, siempre puedes decir que tú ya te lo venías venir.

1. Luces cortas. Desecha cualquier estrategia a medio y largo plazo. Quédate en el cortoplacismo electoral y asume sus distintas e inevitables consecuencias. No existen los grandes proyectos, se acabaron las grandes narrativas, también en el ámbito de la política vive al día y no alces la vista mucho más allá; lo importante son las elecciones, pero sin enmarcar éstas en un proyecto estratégico mucho más amplio y sin tener en cuenta elementos infantiles como la crisis de régimen o la construcción de un bloque social hegemónico.

2. Prioridades. Las elecciones son importantes, pero sus triquiñuelas burocráticas, jurídicas o personales son aún más importantes. El objetivo no es la transformación social, o en caso de que lo fuera, debe quedar supeditado a, por ejemplo, las listas electorales. Si no es tu amigo o alguien con el mismo carné que tú el que, aun asumiendo un mismo programa, consigue un objetivo político compartido, no sirve de nada. Además, el hecho de que otro asuma lo que tú llevas diciendo mucho tiempo no es un éxito sino un fracaso, o algo mucho peor: un plagio de ese otro. No olvides que, en el fondo, no aspiras a construir una mayoría social con todas sus contradicciones sino a formar parte de una selecta élite con las ideas correctas. Consuélate con lo que dijo Godard: una minoría con las ideas correctas no es una minoría, aunque sea objetivamente tu «momentum».

3. Banderas. Dentro de los elementos importantes en un proceso electoral -algunos citados anteriormente- llevar la bandera más grande es uno de los requisitos imprescindibles. El objetivo no es que una mayoría social haga suyo tu programa y tus valores, sino tus símbolos. Lo importante no es el contenido, sino el continente. Quizá esto sea algo más propio de la posmodernidad -la pose, el plástico- que de la historia del movimiento obrero, pero cíñete a lo importante: la hegemonía se construye llevando más banderas que nadie aunque supuestamente te dirijas más allá de los ya convencidos, pero esto merece un comentario aparte. Llegados a este punto, es importante que te ofendas y hagas un paralelismo con la estrategia carrillista-posibilista de la Transición, aunque no tenga nada que ver una cosa con la otra, ni el contexto histórico. Si eres marxista, andaluz por ejemplo, olvida que tu objetivo no es ser ni la izquierda ni el cambio, sino Andalucía; déjale la bandera andaluza, de izquierdas como el andalucismo en su conjunto por cuestiones históricas, a los terratenientes.

4. Discurso. No hay ni crisis de régimen ni de hegemonía: los que mandan pueden mandar como antes y los dominados quieren ser dominados como antes. Las objetivas quizás sí, pero las condiciones subjetivas no existen para que una mayoría social con sensibilidad constituyente pero sin un arraigo ideológico sólido pueda erigirse en sujeto histórico-político. Dirígete a los ya convencidos, a los que no son unos borregos que, tontos ellos, no se identifican con tus símbolos. Da igual que objetivamente sean tus compañeros porque sufren las consecuencias de una crisis que no han provocado ellos, son unos desclasados que no merecen el respeto y el trabajo de una élite intelectual tan selecta como a la que perteneces. Como mucho dirígete a los votantes de izquierdas del PSOE.

5. Trabajo. Es importante que desde el inicio de la campaña –a ser posible desde la precampaña- intentes buscar el máximo número posible de errores y limitaciones, maximices los roces inherentes no solo a un proceso electoral sino a cualquier colectivo humano compuesto por gente que, aun asumiendo el núcleo del proyecto conjunto, son diferentes. Recuerda las prioridades. Si por azares de la vida no te avala la experiencia y no tienes demasiados resultados en tu mochila, cuestiónalo todo e incluso da lecciones desde la Atalaya a quienes se mojan y encima parecen acertar, aunque sean tus compañeros elegidos mayoritaria y democráticamente. Concretamente en lo electoral, nadie sabe más que tú; mucho menos los que estudian y se dedican a ello. 

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