jueves, 7 de julio de 2011

"Si ya nos cortamos entre tú y yo..."

En el 25 programa de La Tuerka, titulado Los indignados y la mayoría silenciosa, emitido por Tele K, se debatió sobre el movimiento de los indignados y las peticiones de éstos. Creo que fue la primera vez que en el plató de La Tuerka estuvieron representantes del PP y del PSOE. Al otro lado del ring (a la izquierda, para ser más exactos), los representantes del bipartidismo y la corrupción se encontraron con los siempre ágiles Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero.

Los que hemos seguido esta magnífica tertulia desde el primer programa y sabemos cómo se las gastan Íñigo y Monedero, desde que supimos que PP y PSOE estarían frente a ellos, nos frotamos las manos y esbozamos nuestra sonrisa más malévola, conscientes de que éstos dos se los pasarían por la piedra y los dejarían en gallumbos.

Por supuesto no nos decepcionaron y entre todos hicieron uno de los mejores programas de esta temporada, si no el mejor. El repaso al PP y al PSOE fue tal, que hubo un momento en el que se vieron obligados a quitarse las caretas, tal y como viene pasando año tras año cuando juntos y de la mano aprueban esas leyes que nos aprietan el cinturón sólo a nosotros, a ellos no.

El del PP, mientras mentía y tiraba de demagogia hablando sobre las hipotecas, fue cortado por el representante del PSOE, otro que tal baila. Entonces, se dio una imagen muy típica pero que no suele verse en televisión: frente a la izquierda (de verdad), el PP pidió ayuda y unidad al PSOE, en este caso con las siguientes palabras: "déjame hablar, porque si ya nos cortamos entre tú y yo..."

¿Qué quería decir en realidad el del PP con esas palabras? Lo siguiente: "Si nos cortamos entre tú y yo esto es pollas, porque si ni siquiera somos capaces de ponernos de acuerdo entre los dos, que tenemos el mismo mensaje y la misma praxis, no vamos a poder hacer frente a los dos rojos estos".

Ay, las risas que provocaron, y no sólo en el plató... La diferencia entre PP y PSOE es tan sólo semántica, cuando ésta desaparece, el contexto político en el que vivimos nos hace reír. Reír por no llorar, eso sí...

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